LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR JESÚS
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR JESÚS
Hoy, el Señor Jesucristo ha subido al Cielo; que nuestro corazón suba con Él. Escuchemos lo que nos dice el Apóstol Pablo: «Puesto que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de allá arriba, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha de Dios»
De la misma manera que Jesús ha subido al Cielo sin alejarse de nosotros, igualmente nosotros estamos ya allá arriba con Él, aunque esto que se nos ha prometido no se realice aún en nuestra carne. Él ha sido elevado ya por encima de los cielos; y, sin embargo, sigue sufriendo en la tierra todas las penas que nosotros, sus miembros, sufrimos. De ello ha dado testimonio cuando desde lo alto gritó: «Saulo, Saulo, ¿Por qué Me persigues?» (Hch 9,4), y también : «Tuve hambre, y Me disteis de comer» (Mt 25,35). ¿Por qué no trabajamos en esta tierra de tal suerte que, por la fe, la esperanza y la caridad que nos unen a Él, podamos descansar ya ahora juntamente con Él en el Cielo?
Él, que está allá, está también con nosotros; y nosotros que permanecemos aquí, estamos también con Él. Jesucristo puede hacerlo por Su divinidad, por Su poder, por Su amor; y nosotros, si no podemos hacerlo como Él por su divinidad, podemos hacerlo unidos a Él por el amor. Él no ha abandonado el Cielo cuando bajó hasta nosotros, y tampoco nos ha dejado cuando ha subido al Cielo (...)
Que Él se quedará con nosotros, incluso cuando esté en el Cielo, lo prometió antes de su Ascensión cuando dijo. «Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
San Agustín (Sermón sobre la Ascensión del Señor)
Hoy, el Señor Jesucristo ha subido al Cielo; que nuestro corazón suba con Él. Escuchemos lo que nos dice el Apóstol Pablo: «Puesto que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de allá arriba, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha de Dios»
De la misma manera que Jesús ha subido al Cielo sin alejarse de nosotros, igualmente nosotros estamos ya allá arriba con Él, aunque esto que se nos ha prometido no se realice aún en nuestra carne. Él ha sido elevado ya por encima de los cielos; y, sin embargo, sigue sufriendo en la tierra todas las penas que nosotros, sus miembros, sufrimos. De ello ha dado testimonio cuando desde lo alto gritó: «Saulo, Saulo, ¿Por qué Me persigues?» (Hch 9,4), y también : «Tuve hambre, y Me disteis de comer» (Mt 25,35). ¿Por qué no trabajamos en esta tierra de tal suerte que, por la fe, la esperanza y la caridad que nos unen a Él, podamos descansar ya ahora juntamente con Él en el Cielo?
Él, que está allá, está también con nosotros; y nosotros que permanecemos aquí, estamos también con Él. Jesucristo puede hacerlo por Su divinidad, por Su poder, por Su amor; y nosotros, si no podemos hacerlo como Él por su divinidad, podemos hacerlo unidos a Él por el amor. Él no ha abandonado el Cielo cuando bajó hasta nosotros, y tampoco nos ha dejado cuando ha subido al Cielo (...)
Que Él se quedará con nosotros, incluso cuando esté en el Cielo, lo prometió antes de su Ascensión cuando dijo. «Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
San Agustín (Sermón sobre la Ascensión del Señor)
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