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Nombre: Angeles

domingo, 9 de marzo de 2008

“Este paso dado en esta institución exige santidad”



“Este paso dado en esta institución exige santidad”

Excelencia Reverendísima, D. Lucio Renna, nuestro padre y nuestro obispo; Excelencias Reverendísimas aquí presentes, que tanto nos honran, a cada uno.

Excelencia, tengo una palabra de gratitud que decir, especialmente a D. Emilio Pignoli que plantó esta semilla, recogió esta semilla, y que hoy colecta los frutos aquí entre nosotros; y todos los otros, uno a uno, que han ido acompañándonos: D. Gil, con qué paternidad, cuánto apoyo; D. Beni, D. Mahfouz, D. Fernando Legal, D. Claudio, que aquí estuvo; mis hermanos todos, hoy hermanos no sólo por el bautismo, sino también por la unción sacerdotal; a las autoridades aquí presentes, especialmente quien representa al señor gobernador del Estado, nuestro queridísimo Prof. Claudio Lembo, nuestro diputado estatal, católico, apostólico, romano, José Stangarlini, todas las otras autoridades aquí presentes que tanto nos honran.


Mis hermanos, mis hermanas: unas palabras muy cortas, porque la ceremonia fue realizada en el tiempo, aunque con aires de eternidad. Aires de eternidad no porque fue larga, sino aires de eternidad porque la eternidad estuvo presente. Presente estaba Nuestro Señor Jesucristo, presente estaba Nuestra Señora, presentes estaban los Ángeles... Ceremonia que nos recuerda la promesa de Nuestro Señor Jesucristo de que la Iglesia é inmortal: "Pedro tú eres piedra y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella". Presencia de Nuestro Señor Jesucristo...

Presencia de Nuestro Señor Jesucristo que se hace, evidentemente, a través del Santísimo Sacramento del altar, de la Eucaristía; presencia de Nuestro Señor Jesucristo que se verifica también por el estado de gracia. Todos los que están en estado de gracia tienen a Dios consigo; están en la presencia de Dios y tienen a Dios presente en sí.

Dios Nuestro Señor Jesucristo presente aquí, está evidentemente por la Tradición y por la continuidad apostólica en la persona de los señores obispos y en las personas de los sacerdotes. Nuestro Señor Jesucristo que en determinado momento, en las bodas de Caná, hizo que el agua se transformase en vino y que cuando un público, un pueblo, una multitud estaba hambrienta, Él multiplicaba los panes y peces, Él bien podría haber hecho un milagro mediante el cual el pan nunca se acabase e que no precisásemos, nosotros, renovar el Santo Sacrificio del Calvario, y que tuviésemos siempre el pan presente entre nosotros. Pero Él no quiso eso. Él quiso que ese sacrificio fuese renovado todos los días hasta la consumación de los siglos, pues Él había dicho: "Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos". Y Él quiso que esa presencia fuera a través de los ministros, de sus ministros, de sus sacerdotes. Cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la consagración, la voz es su voz, pero no es él quien opera este milagro: quien opera este milagro es Nuestro Señor Jesucristo, por la voz del sacerdote.

Él, Nuestro Señor, es quien opera la transubstanciación, y la promesa "estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos" se evidencia de una forma extraordinaria con la presencia del sacerdote ante el altar. Por eso recibimos aquí el cáliz y la patena -que son los instrumentos del sacerdote- y ahí está la inmortalidad de la Iglesia, ahí está la presencia permanente de Nuestro Señor Jesucristo, ahí está también junto a nosotros, desde el fondo de nuestros corazones, la gratitud antes que nada, por nuestro padre y señor Obispo, por los obispos a los cuales serviremos con toda fidelidad, con toda sumisión, en las diócesis en las que estemos; nuestros hermanos con los que trabajaremos y también sirviendo a los que son párrocos aquí, allá y acullá; nuestra gratitud a las autoridades, nuestra gratitud a todos nuestros hermanos y hermanas que aquí han estado presente.

Recen por nosotros durante las celebraciones eucarísticas, durante la recitación del Oficio Divino, durante las oraciones diarias; recen por nosotros, porque este paso dado en esta institución exige santidad. No es posible que se dé este paso sin que queramos abrazar con entusiasmo la santidad. Ahora bien, la santidad es un don de Dios mas que un esfuerzo humano, y para eso, es necesario mucha gracia. Recen por nosotros.

Pero desde ya, no sólo agradecemos la presencia de todos, el apoyo de todos, sino que desde ya agradecemos todas las oraciones que por nosotros realizarán. Muchísimas gracias.

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